
Salmo 139:1-12 (NVI)
1 Señor, tú me examinas, tú me conoces.
2 Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun en la distancia me lees el pensamiento.
3 Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares.
4 No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, Señor, ya la conoces.
5 Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano.
6 Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo.
7 ¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia?
8 Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí.
9 Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar,
10 aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha!
11 Y, si dijera: «Que me oculten las tinieblas; que la luz se haga noche en torno a mí»,
12 ni las tinieblas serían oscuras para ti, y aun la noche sería clara como el día. ¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz!